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Subrayado por el Editor
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----------------------------------------------Elio Rojas Sabina. - TRINIDAD,
Cuba, diciembre, www.cubanet.org – Ya había oído hablar del templo San Lázaro construido en el poblado “El Condado” a unos 15 Km de la ciudad Trinidad, en la provincia Santi Espíritus. Por ello el pasado 17 de diciembre decidí calzarme las sandalias de peregrino y llegarme hasta el santuario por ver si la visita resultaba tan motivadora e instructiva como me prometían.
A llegar nos recibió Lazara Marín Ramos, hija de la fundadora del centro y responsable de preservar la tradición familiar. En el interior del templo, - una humilde casa de teja rectangular construida con ladrillos de barro y pintada con cal viva - la multitud se aglomeraba para prenderle velas al santo o colocar ofrendas frente al politeísta altar, donde, si bien San Lázaro ocupa el epicentro, otras muchas santas y santos le acompañan.
Cientos de tabacos, multicolores flores, dulces, botellas de ron, dineros y prendas personales saturaban el artesanal altar que por su escalonada y caótica arquitectura, me recordaba por momentos a las favelas de América Latina. El calor de las cientos de velas prendidas era tan intenso que sofocaba.
Por ello una vez concluido el ritual de rigor - los canticos, las danzas, los rezos - fuimos invitados a seguir los festejos en el exterior de la morada, esta vez de un modo diferente al acostumbrado.
Santo Lázaro y gallosA llegar nos recibió Lazara Marín Ramos, hija de la fundadora del centro y responsable de preservar la tradición familiar. En el interior del templo, - una humilde casa de teja rectangular construida con ladrillos de barro y pintada con cal viva - la multitud se aglomeraba para prenderle velas al santo o colocar ofrendas frente al politeísta altar, donde, si bien San Lázaro ocupa el epicentro, otras muchas santas y santos le acompañan.
Cientos de tabacos, multicolores flores, dulces, botellas de ron, dineros y prendas personales saturaban el artesanal altar que por su escalonada y caótica arquitectura, me recordaba por momentos a las favelas de América Latina. El calor de las cientos de velas prendidas era tan intenso que sofocaba.
Por ello una vez concluido el ritual de rigor - los canticos, las danzas, los rezos - fuimos invitados a seguir los festejos en el exterior de la morada, esta vez de un modo diferente al acostumbrado.
Ya la había visto, más no quería dar crédito. Una enorme valla para pelear gallos se erige cerca de la casa.
Llegaba cuando los galleros concluían el pesaje de las aves y pactaban las peleas. El artesanal ruedo está construido con caña brava y la arena ha sido acondicionada con aserrín. Se anunciaba la primera contienda y de entre la multitud se dejaban escuchar voces que gritaban: “Voy quinientos pesos al indio; quinientos al contrario”. Desde el otro extremo de la valla otra voz se alzaba por entre el murmullo del gentío para anunciarme que tenía pan con lechón y cerveza fría a 10 y 20 pesos.
José, uno de los galleros me confesó que él, al igual que la mayoría de los jugadores, le había hecho pedidos al viejo Lázaro para que le garantizase una jornada gloriosa. Si le concedía el encargo, él lo retribuiría con una buena ofrenda.
Luego de agotarse el parque de emplumados gladiadores la multitud se fue disipando. Pero aun no llegaba el momento de marcharse a casa. Varias mesas con juegos de azar ofrecían la tentadora oportunidad de apostar y ganar, o perder, seguramente que el resultado final pasaba por la fe con que se le hubiese pedido al Santo. Juegos de bacará, dados, y toda suerte de azarosos entretenimientos era acogido en rusticas mesas.
Ya hacia el final del día, agotados y con los bolsillos vacíos, la mayoría de los visitantes emprendían el regreso a sus lugares de origen. Los que venían de lejos como yo, partimos con la promesa de retornar el año pasado. Los que no, regresarán seguramente al otro día, pues si bien las celebraciones se inician el 16 de diciembre, se extiende hasta el 25, momento que destinan a homenajear el nacimiento de Jesús, a quien consideran el más grande de los santos.
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