- La democracia representativa en Colombia se agotó. Lo revelan una serie de
hechos que afectan a cada uno de los poderes constituidos o delegados. Esos
sucesos demuestran que la institucionalidad colombiana ha caducado
históricamente aunque políticamente se sostenga por la falta de claridad y
unidad de las fuerzas populares y democráticas.-
Fernando Dorado. (alainet.org). - En el ámbito
judicial tenemos la frustrada reforma a la justicia; la arbitrariedad medieval
del Procurador elegido y sostenido por todos los partidos políticos dominantes;
la división del poder judicial en torno al “caso Petro” entre jueces y
magistrados del nivel medio y los magistrados del Consejo de Estado y Consejo
Superior de la Judicatura, y en general el choque de trenes entre fiscalía,
contraloría, procuraduría y altas cortes.
En el terreno legislativo la crisis es
evidente. La reciente elección de un gran número de para-políticos y/o sus
herederos encabezados por Uribe pero presentes en todos los partidos políticos
tradicionales; la dependencia de la “mermelada oficial” para hacer política
pero su relativo fracaso en los recientes comicios (compran o chantajean
escasamente al 30% de los electores); la evidencia de que la mayoría de
parlamentarios representan los intereses de la burguesía transnacional y van a
aprobar más normas a su favor.
Pero la más tremenda catástrofe se
presenta en el campo presidencial. No es casual el fracaso electoral del
presidente Santos y de su pareja vice-presidencial Vargas Lleras. La entrega
descarada de recursos del Estado al grueso de políticos de la “unidad nacional” sólo sirvió para obtener precarias mayorías electorales. Los partidos
políticos son degradados por la acción corruptora del poder ejecutivo que se ha
reducido a ser el gerente de los intereses de los verdaderos dueños del país:
los empresarios capitalistas transnacionales.
La crisis de legitimidad de la democracia
representativa también arrastra a las fuerzas de la izquierda tradicional. El
sector de la izquierda que todavía se esfuerza por demostrarnos que la “burguesía nacional” (medianos empresarios) es revolucionaria y
anti-imperialista no logró convencer a ningún empresario de ser la llave para
su candidata presidencial. A regañadientes aceptaron la candidatura de Aída
Abella a la vicepresidencia de Clara López. Pero en general el pueblo no ve
allí ninguna alternativa de cambio porque actúa en el marco de una democracia
representativa cada vez más ilegítima y se esfuerzan por lavarle la cara en vez
de acabarla de hundir. No están
sintonizados con la realidad.
El otro sector, Progresistas, quedó
amarrado al carro de un candidato uribista y neoliberal disfrazado de “verde”,
y pareciera entrar en la dinámica de arroparse en las filas santistas para, al
mejor estilo de los “garzones”, ayudarle al gobierno a implementar su “nueva
apertura democrática” al calor del proceso de Paz, impulsando pequeñas y
mediocres reformas a su sistema representativo, reviviendo sus mejores épocas
cuando, una vez reinsertados del M-19, se pusieron al servicio (consciente o
inconscientemente) de los proyectos aperturistas y neoliberales de César
Gaviria. Vamos a ver si el Golpe de Estado contra
Petro y la democracia, los hace reaccionar.
Otros sectores de la izquierda (PC, UP y
similares), presentan la unidad Polo-UP como histórica y se apegan con todas
sus fuerzas a las instituciones “democráticas” de la burguesía sin reflexionar
sobre el principal hecho recientemente sucedido: todo un año de fuerte movilización
popular contra el régimen neoliberal y la negativa de las mayorías populares a
sumarse a la farsa electoral degradada, corrupta y descompuesta.
El conjunto de la izquierda tradicional
sigue en la dinámica de tratar de canalizar las luchas directas de las masas
hacia el campo electoral. Se coloca el parlamentarismo en el centro de la
actividad política y se debilita a la organización popular. Se generan así
ilusiones en el papel de los representantes de izquierda en el Congreso cayendo
en el más romántico y pueril “cretinismo parlamentario” que asume dos formas
clásicas: la conciliación total y el oposicionismo legitimante. “Vamos a
legislar por la Paz” dicen verdes y progresistas; “vamos a ser la única
oposición” contesta en forma reconfortada el Polo. De allí no dan más.
La democracia directa
Mientras tanto el grueso del pueblo colombiano no cree
en el fango de la democracia representativa. Ni siquiera los que votan por los
partidos de la oligarquía creen en sus promesas. Su pragmatismo clientelista es
consecuencia de que saben a qué se enfrentan pero prefieren cobrar bicocas por
adelantado y se desentienden del asunto. No hay alternativa dicen y en cierto
sentido tienen razón.
Sin embargo en el seno de las
organizaciones populares se mantiene la idea de la acción directa y la
movilización. El problema es que la mayoría de la dirección del movimiento
popular está influida por las posiciones que legitiman la democracia
representativa y entonces, el movimiento queda preso de los intereses de grupo
y de las orientaciones conciliadoras con el Estado.
Pero a pesar de todo, en el movimiento
popular, en sus organizaciones de base, en los cabildos y organizaciones
indígenas, en los consejos comunitarios afros, en las asociaciones regionales
campesinas, en las dignidades de paperos, cafeteros, arroceros, etc., en las
organizaciones de mineros artesanales y pequeños mineros tecnificados, en las
organizaciones culturales y barriales de jóvenes de las ciudades, en los
movimientos ambientalistas, animalistas, “ciclo-ruteros” de ciudad, raperos,
hip-hop, y demás expresiones rebeldes, surge una forma de democracia que pide a
gritos que se la oriente y consolide.
Esa democracia es la Democracia Directa.
Dice Gloria Gaitán interpretando a su padre asesinado por la oligarquía en
1948: “Lo que queremos es la democracia directa, aquella donde el pueblo manda,
el pueblo decide, el pueblo ejerce control sobre los tres poderes de la
democracia burguesa: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial y que, además,
garantice la equidad en el aspecto económico. Allí donde el pueblo es el
pueblo, el pueblo ordena y ejerce mandato directo sobre, y en control, de
quienes han de representarlo. Todo esto exige trabajar honda y apasionadamente
en el cambio de una cultura que despierte en el pueblo voluntad para regir
directamente sus destinos y exige un profundo cambio constitucional para
disponer de una Constitución acorde con la necesidad de un mandato popular
directo sobre los destinos de la patria, que elimine los filtros que la
democracia burguesa establece y defiende”.
Proceso Constituyente – Asamblea
Constituyente
La constatación de la falta de claridad
política al interior del movimiento popular colombiano – que es la causa
determinante de que en este momento la correlación de fuerzas esté a favor de
la oligarquía imperial (burguesía transnacionalizada) – nos lleva a tener que
diferenciar entre lo que es un Proceso Constituyente
por la Democracia Directa y la simple convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente.
En este instante de la vida política
colombiana llamar a la convocatoria de una asamblea constituyente es poner en
bandeja la oportunidad a la oligarquía de volver a “adelantarse” – como lo hizo
en 1991 – para retocar su falsa democracia, engañar con una “nueva apertura
democrática”, ceder en aspectos no sustanciales algunas zonas y recursos a
sectores de la población campesina y colonizadora de regiones marginales, y
pintar de “reformista” a un régimen que impulsa la segunda fase de
neoliberalismo más violenta y despótica, con más despojo, más explotación,
grave arrasamiento territorial y completa subordinación del interés nacional y
popular al poder capitalista transnacional.
Por ello lo que debemos impulsar son formas de Poder Constituyente (asambleas,
comités, cabildos, consejos, etc.) en cada vereda, barrio, resguardo, municipio
y departamento, que sean de tipo permanente, con características de la
Democracia Directa, es decir, cuya base sea la asamblea comunitaria
popular, los delegados sea elegidos y revocables, en donde vayamos discutiendo
y construyendo la “otra forma de democracia”, la nuestra, la directa, la única
que nos sirve y a la que le temen las clases poderosas y la clase política
corrupta.
En esas formas de Poder Constituyente
debemos discutir y aprobar propuestas en todos los terrenos: lo político, lo
económico, lo social, lo judicial, lo cultural, lo territorial y ambiental.
Todo debe ser discutido, revisado y aprobado. Y deberemos hacerlo con un
espíritu incluyente, participativo, sin que ninguna organización en particular
se apodere del proceso.
Además, esas formas de Poder Constituyente
deben ser permanentes y en la medida de su fuerza, convocatoria y
representatividad deberán atender y resolver problemas comunes y cotidianos de
nuestras comunidades en cada lugar o región, enfrentando de hecho la
corrupción, la politiquería, el tráfico de influencias y la entrega de nuestras
riquezas al capital transnacional. Algo así como la consulta del municipio de
Las Piedras (Tolima) pero concretada en Poder Popular y Ciudadano de carácter
permanente.
Sólo en la medida en que a lo largo y
ancho del país hayamos podido construir ese Poder Constituyente, organizado y
permanente, podremos convocar una Asamblea Nacional Constituyente, con nuevas
reglas, representación proporcional por municipios, distritos, provincias y
regiones, creando condiciones para derrotar las empresas electorales de los
barones de la corrupción y el chantaje, e imponiendo la voluntad de mayorías
conscientes y organizadas.
No es un camino fácil y lleno de rosas. La
oligarquía y sus mandaderos politiqueros se van a oponer a fondo y a muerte. La
izquierda tradicional lo verá como un sueño irrealizable. Lo importante es que
ya hemos empezado y el porvenir pinta muy bien. ¡Adelante!
Nota: El presidente
Santos desconoció las medidas cautelares solicitadas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos CIDH y destituyó a Petro. Éste debe
encabezar el Nuevo Proceso Constituyente pero debe hacerlo construyendo fuerza
y organización “Desde Abajo”. La tarea inmediata es construir Cabildos
Ciudadanos por la Colombia Humana.
Popayán, marzo de 2014
http://alainet.org/active/72243
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